El Cristo es románico, tallado sobre un tronco y policromado, y está custodiado por la orden de las Carmelitas Descalzas, religiosas que viven en un edificio contiguo. Durante la fiesta del 18 de junio abandona el templo para procesionar, tras la tradicional misa. La ermita, una pequeña y sencilla construcción encalada en blanco, del siglo XII, se llena ese día de peregrinos que acuden, en su mayoría, a agradecer al Cristo los deseos concedidos. A pesar de dos capillitas laterales es muy pequeña para albergar al gentío deseoso de celebrar el día. Se estima que el número de peregrinos llega a los 20.000 cada año, llegados de todas partes de España. Muchos de ellos aprovechan las frescas horas de la noche para llegar andando hasta la Ermita, y es muy frecuente encontrárselos en el arcén de las carreteras cercanas.
La veneración a este Cristo tiene su origen en el siglo XVII, fecha en que comienzan a encontrarse escritos que dan cuenta de esta devoción. Sobre él cuenta la leyenda que en numerosas ocasiones su imagen ha intentado ser destruida o trasladada a otro lugar sin conseguirlo. En concreto en la época de la invasión francesa quemarlo pero no llegó a arder y durante la Guerra Civil se la intentó trasladar pero los bueyes se negaban a caminar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario